Vivo una especie de adolescencia clandestina. Sólo lo saben mi pareja y mi mejor amiga. Shhh.
Digo erróneamente adolescencia, porque en aquella etapa uno no tenía presiones de ningún tipo. Ahora, cada vez que pienso en algo dichosamente la zona lumbar se me retuerce y chas!, a la cama con una bolsa de agua caliente.
Hablando de los límites, el otro límite siempre es la automuerte.
Pero para llegar hasta allí, aún me falta mucho trecho. Por ejemplo: nunca dejaría huérfano a Pelucón, porque Adrián lo soltaría en el Parque Centenario adjudicándole una muerte injusta y temprana.
Por otro lado, tengo que aprender a vivir con mis masomenos.
17.7.07
clandestinamente
Grushenka lo dijo a las 12:23 p.m.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
la vida de todos es un masomenos todo el tiempo, algunos no se dan cuenta, o sí y lo disimulan.
en el parque centenario no! que está lleno de gatos.
Publicar un comentario