22.4.09

2009

Entreguen esas pequeñas y futiles felicidades que los hacen sentirse tan seguros en su nido.
Entreguen el nido, y las llaves.
Me dejan los recuerdos de una infancia y la feliz familia.
Les cobro los resabios de omnipotencia juvenil y la pseudoindependencia adquirida como honorarios.
No, la libertad no se la pueden quedar entera. Tan solo les corresponde un 0,0001%.

A cambio se llevan un perro feo, cuentas de gas astronómicas y ropa manchada (no les puedo decir con qué).

Firmen aquí.
Listo.

que rían si quieren

Hay tristezas como la sombra de una sombra que van persiguiendo al animal humano bajo las piedras, corriendo como ríos desconocidos por debajo del cemento.
Nadie las ve, la gente se ríe diciendo que no existen.

Hasta que una noche, entramos en un callejón oscuro con la ilusión de hallar una lucecita que nos tranquilice; pero solo encontramos más noche renegrida. Entonces comprendemos que tal intensidad no se logra en una sola capa de sombra.
La espesura de ese fondo negro nos ciega los ojos y nos entumece el pecho.

Y a partir de ese día, aunque el sol brille en lo alto de un mediodía, un mecanismo interno realiza extrañas mediciones sobre el asfalto caliente y se cree en cosas que los demás jamás han visto ni oído.

 
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