9.4.07

ansiedades 3 pm

La cosa llega a tal grado que me pierdo. En las calles que circundan mi domicilio, en colectivos y en los pasillos del subterráneo. Voy con mi mochila abierta, para que me roben lo que es mío. Anonadada por tanto, no pudiendo ni pensar.
Viernes santo sin rezar ni una palabra, sumergida en el abismo de no saber quién soy y por qué tengo que caerme una y otra vez dentro de mí misma.
En el piso mismo encuentro la única seguridad.
Achurar el alma, el cuerpo y toda esta tonta fragilidad para poder luego, quién sabe, ponerme de pie.

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