Me desperté golpeando el colchón en un ademán de impotencia.
Pero debo decir que antes de dormirme me autoconfesé sin lágrimas que tenía mucho miedo.
Lo que pasó en el medio fue un sueño sobre una fiesta. Yo tenía muchas ganas de ir, me probaba vestido, pensaba en cómo arreglarme, etc. Pero cuando llegaba el momento, todos habían dado por sentado que yo no deseaba ir, y me habían dejado afuera.
Ahí fue cuando me desperté.
Esa sensación de "hasta en sueños: siempre vivo la misma mierda".
Imparable, loco, imparable.
4.10.07
despertares
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentarios:
Es cierto, hasta en los propios sueños uno puede ser presa de lo que tanto nos atormenta en la realidad. Si es que la realidad no es surrealista, claro.
Saludos.
Publicar un comentario