Definitivamente

La religión cristiana en la que fui educada, tiene de positivo el hecho de que hay un sentido para vida. Uno va hacia dios. Uno tiene un proyecto de vida. Uno descubre su vocación y la sigue. Todo se podría representar como una línea recta que avanza.

Sin embargo, muy caro pagamos ese sentido unificador: lo pagamos una y otra vez, -diaria o mensualmente- a precio de frustración.

La linealidad siempre se entrecorta, y nace desde diferentes puntos, entrechocándose, sobrepasándose, superponiéndose.

La vida es una maraña.